Limpieza y mantenimiento de los depósitos de acero inoxidable
Aunque como hemos contado en innumerables ocasiones el acero inoxidable es de los materiales más resistentes al paso del tiempo y al cambio de temperaturas, con su mantenimiento podremos alargar su vida. En el caso de las bodegas, que es el ejemplo a explicar, también se suma la limpieza de residuos para evitar que se estropee el producto.
Una vez el vino ha pasado el tiempo necesario en el depósito las sales del ácido tartárico insolubilizadas se depositan en las paredes de los recipientes, formando una costra que engloba restos de suciedad y puede constituir un foco de contaminación microbiana para los siguientes litros de vino que vaya a resguardar.
La higiene tiene 3 objetivos:
- por un lado, evitar defectos organolépticos, malos olores, sabores, en el vino debido al contacto con depósitos sucios, tuberías que pueden dar al mosto olor a moho, etc.
- evitar el enriquecimiento en sustancias exógenas (externas) extrañas que nos pueden dar problemas.
- evitar desarrollos microbianos y sus alteraciones del vino.
Se hace uso de varios métodos para que la estructura quede escrupulosamente limpia y desinfectada:
- Cepillado: se usa sobre todo en esquinas, uniones, filtros de placa…debido a que se adapta fácilmente a las formas. Además elimina la suciedas más incrustada.
- Presión: es la más usada, despega los restos adheridos mecánicamente. Muy útil para suelos y las paredes de los depósitos, pero hay que tener mucho cuidado con la temperatura y el tiempo de contacto.
- Inmersión en soluciones: se suele usar para piezas pequeñas y desmontables.
- Espuma: se trata de espumas químicas que van arrastrando poco a poco toda la suciedad.